viernes, 25 de junio de 2010

Román quería ser un negrito de verdad. Y se lo han prohibido


Lo reconozco. Estoy viendo Supervivientes desde que empezó. No es un programa que me apasiona especialmente, pero me entretiene lo suficiente. Reconozco, y lo sabéis, que soy un fan absoluto de los realities shows desde su comienzo en España con Gran Hermano 1. Desde entonces los he visto casi todos –de Telecinco, todos- y además he formado auténticas plataformas (recordad la que lié para salvar a Roser en Popstars, la que monté por Soraya en el primer O(T)elecinquero y las últimas críticas de las Galas de GH y OT por Tuenti). Pues bien, el Odio vuelve por el verano y lo hace hablando del programa más isleño que existe en el panorama actual. Con permiso de la recién fallecida Lost, por supuesto.

Soy consciente de que estaríais esperando algún Odio referente a las dos efemérides que hoy sacuden el país –o tres, si incluimos el Mundial- pero ya hablaré de ellas a lo largo de la semana que viene. Que se preparen los fans de Michael Jakcson, y los detractores de la pena de muerte. Al lío, que me pierdo con tanta autopromoción.

Como venía diciendo, hoy quisiera hacer una crítica "diferente" a Supervivientes en Nicaragua. Anoche, durante la Gala, conocimos que Román, el bombero de Vizcaya –¡el tremendo bombero de Vizcaya!- iba a ser expulsado del programa por razones médicas. El programa utilizó eufemismos varios para no decir que el favorito de los anónimos estaba más en el otro barrio que en el nuestro. La pena es que no estuviera en la otra acera, pero ése es otro asunto.

Román había adelgazado 15 quilos en 7 semanas. Cual anoréxica de serie de adolescentes. Además, y por la insistencia del concursante de querer pescar, recolectar fruta, ayudar a tapar el fuego de las lluvias, superarse cada vez más en las pruebas de líder, no comer tanto como sus compañeros, y un sinfín de heroicidades varias, el pobre, se vio superado por las circunstancias. Hasta aquí, la gente con un poco de sentido común –los cuatro con sentido común que vemos el programa, digo- pensamos “pues que se dedique a descansar y le den dos pastillitas…”. De hecho, el propio Jesús Vázquez, conductor del programa, confirmó que los resultados de las pruebas médicas aconsejaban descanso, pero no eran excesivamente preocupantes. Pues no. El programa decidió expulsarle. El público, algunos invitados, la madre del afectado y el propio afectado insistían en que podía seguir allí peleando por ganar el concurso.


Todo un ejemplo de coraje, de valentíaNo, lo siento pero no. ¿Estamos todos locos? Los médicos le han dicho que se relaje una y otra vez y él ha seguido demostrando lo bombero que es. Lo fuerte que es. Hasta que su cuerpo ha dicho basta. ¿Por qué no reconocerlo? ¿Por qué no cesar? ¿Por qué no aceptar una derrota física? Supongo que el demostrar lo hombre que es uno y el premio final pueden con el raciocinio. Algo de lo que el concurso va escasito. Escassi-to. Muajajá.

Si miramos con una lupa maligna, Supervivientes es un auténtico reality terrible. Inhumano. Superficial y artificial. Denigra los valores humanos y vuelve tonta a la audiencia. Una aproximada docena de personitas de un país desarrollado son llevados, por voluntad propia, a una isla remota del Atlántico. Allí tendrán que pasar una cantidad determinada de meses luchando contra los demás. Con escasez casi absoluta de alimentos. De higiene. De agua potable y sin poder refugiarse –digamos, con dignidad- de la lluvia, el viento y los mosquitos que les pican sin cesar. ¿Estamos jugando a ser negritos africanos? ¡Yo me pido Angola! Lo cierto es que si se piensa, el espectáculo que nos venden es lamentable.

Pero no pasa nada, ayer pudimos comprobar que si una de esas personitas no se encuentra en condiciones, la repatrían a España para que se alimente como debe. ¿Cómo debe? ¡Qué locura! Ellos que pueden, claro, toman el avión y a casita. ¿Qué les pasa a esos millones de africanos –porque esto es África- que no pueden ir a ningún otro sitio cuando no tienen qué comer? ¿Quién los expulsa de la isla cruel cuando no pueden aguantar más? ¿Quién les hace una prueba de recompensa si se quedan sin harina?

Hoy, analizando la situación de Román, me di cuenta de lo ilógico que era todo. El vasco quería seguir allí. Román quería ser un negrito de verdad. Y se lo han prohibido. Pues qué bien, supongo. La reflexión me ha llevado a un estado patético en el que no distingo lo real del concurso. Lo moral de lo surrealista. Qué horror. Me siento indigno por formar parte de este show televisivo. Hoy, me odio a mí mismo. Y a todos los que vemos el programa sin entender su fundamento.

Nada más que decir. Feliz fin de semana. Que gane España esta tarde.
¡Feliz Día del Odio!

Roberto S Caudet

8 comentarios:

  1. Hola

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  2. feliz fin de semana...
    siento no comentar pero confieso que me salto la entrada que estos programas no me interesan...
    Como bien dices los realities solo existen para volver tonta a la audiencia... y ya tengo suficientes atacantes a mi pobre cerebro como para ponerme voluntariamente enfretne de la tele y someterme a tal pelotón de asesinon neuronales...
    Espero tus anunciados odios :-)

    ps. Safura a sacado un disco entero y ya está en el spoti (spotify:album:4saxLfBVTSiofpwEKmkZ3H)

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  3. Sí, Alvaro, el programa es tipo Survive, pero en esta ocasión, en Telecinco España han metido también en el concurso a unos cuantos "anónimos" para competir contra los famosos. Uno de ellos era Román

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  4. Adrianos, gracias por el disco de Safura! jajajaja

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  5. Era uno de los mejores :/
    Besos♥

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  6. Esto me recuerda a un libro determinante en contra del tétrico monopolio de la televisión. Verdaderamente, una delicia :)

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  7. ¡Pues la verdad es que me gustaría saber qué libro es! Me gustaría leerlo :)

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